domingo, 4 de noviembre de 2012

Contaminación Espacial


Basura espacial
Se le llama basura espacial o chatarra espacial a cualquier objeto artificial sin utilidad que orbita la Tierra. Se compone de cosas tan variadas como grandes restos de cohetes y satélites viejos, restos de explosiones, o restos de componentes de cohetes como polvo y pequeñas partículas de pintura.
La basura espacial se ha convertido en una preocupación cada vez mayor en estos últimos años, puesto que las colisiones a velocidades orbitales pueden ser altamente perjudiciales para los satélites de funcionamiento y pueden también producir aún más basura espacial en un proceso llamado Síndrome de Kessler. La Estación Espacial Internacional está blindada para atenuar los daños debido a este peligro.
Medidas preventivas 
Entre las medidas que se están comenzando a tomar para evitar riesgos se encuentran:
  • Estudio y medida de objetos mediante radar, así como mediante telescopios ópticos.
  • Intento de reducir el número de objetos que puedan convertirse en basura espacial.
  • Establecimiento de acuerdos internacionales.


HISTORIA
Todo comenzó con el Sputnik...En 1957, con el lanzamiento del Sputnik, comenzó a generarse basura espacial. Desde entonces se han puesto en órbita más de 5000 ingenios, los cuales, conforme van cumpliendo su tiempo de vida útil van siendo abandonados. Actualmente existen tres órbitas que almacenan basura: la órbita baja (LEO), la órbita cementerio, y la órbita geoestacionaria. La geoestacionaria es la más preocupante, es donde se encuentran situados los satélites (a 36 Km. de la Tierra); se estima que hay en ella unos 3000 fragmentos de diferentes tamaños (de entre 15 cm. y 1 metro) y donde se pueden hallar objetos de lo más diverso, desde una simple botella, hasta material de reparación y montaje, pasando por restos de satélites dañados o accidentados. El cohete Pegasus, por ejemplo, enviado al espacio en 1994, explotó dos años después y generó varios cientos de miles de fragmentos, incluso los más milimétricos son sumamente peligrosos; un astronauta que realizase un paseo espacial e impactase en su traje un diminuto fragmento de pintura, le causaría la muerte en el acto, ya que la mayoría de ellos viajan a varias docenas de miles de kilómetros por hora.Para ejemplo aún mas elocuente, en 1965 el astronauta Edward Hite, perdió un guante en el espacio de unos 30 cm. que se desintegró en la atmósfera un mes después, pero mientras tanto estuvo viajando a 28000 Km. por hora; a esa velocidad, si una nave interceptase el guante en su camino quedaría destruida. En el año 1979, la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio de los Estados Unidos (NASA) reportó que ya han sido lanzados al Espacio 11.366 objetos espaciales de los cuales 4.633 objetos, y luego unos 6.733, ya habían entrado en la atmósfera de la tierra. Nueve años más tarde, en 1989, la Comisión Norteamericana de Defensa Aeroespacial (NORAD), quien tiene la capacidad de juntar objetos en el espacio del tamaño de 10 cm. De diámetro, a una distancia de 500 km. Reportó que habían sido lanzados un total de 19.037 objetos en el espacio, de los cuales unos 12.000 habían ingresado en la atmósfera de la tierra. De esos objetos espaciales, si bien los mismos fueron lanzados adicionalmente constituyendo un testimonio del progreso logrado en la exploración y explotación del espacio ultraterrestre, un 95% hoy en día no funcionan, no se controlan y constituyen lo que se llama basura o desechos espaciales.
CONSECUENCIAS
También las acciones voluntarias generaron basuras. La MIR rusa, como ejemplo de negligencia, lanzó al espacio cientos de residuos durante sus 10 años de vida. No es descabellado pensar que, metafóricamente, "el cielo puede caer sobre nuestras cabezas".
Aunque en general todos esos fragmentos y residuos que viajan sin rumbo, se desintegrarían si entrasen en nuestra atmósfera, existen antecedentes de la caída a la Tierra sin control de varios de ellos; al menos han sido detectados 60 casos, algunos muy llamativos, como las 20 toneladas de chatarras procedentes del Skylab, que se dispersaron por Australia y el Índico en 1979. Otro caso significativo ocurrió en 1997, cuando el cohete Delta se estrelló en una granja de Texas a solo 50 metros de sus habitantes.
Miles y miles de pedazos de satélites y otros objetos que se salieron de control pululan alrededor de la tierra. Según promedio, un pedazo de desecho reingresa todos los días a la atmósfera terrestre y mientras la mayoría se incendia o entra en la atmósfera, un gran número sobrevive y puede aterrizar, amenazando la vida y propiedad de las personas.
Se dice que existiría un 30% de posibilidades de que un objeto golpee la tierra, y es más remota aún la posibilidad de que aterrice en área poblada, pero como dice mi estimado colega el Prof. DOO Hwan KIM, no estamos en el ámbito de la teoría sino en el de la realidad y, a medida que el número de objetos espaciales crece, también crece el número de pedazos o partículas, contaminando el espacio y constituyendo una seria amenaza presente y futura para la humanidad.
En noviembre de 1960, partes de un satélite norteamericano cayeron sobre Cuba causando daños a propiedades y la muerte de una vaca. También el 5 de junio de 1969, navegantes japoneses fueron lastimados al ser golpeados por fragmentos de un satélite soviético. Rusia lanzó su satélite de podernuclear Cosmos 954 para vigilancia
naval, el 18 de setiembre de 1977; este satélite se desintegró sobre Canadá en 1978, resultando una polución radiactiva sobre un área del tamaño de Austria. Canadá pidió a Rusia que se le proveyera información sobre especificaciones del Cosmos 954. Rusia respondió, ofreciéndose a limpiar los restos de su Satélite Cosmos 954. Canadá declinó la oferta soviética. La unión de Estados Unidos y Canadá para limpiar, fue lo que se llamó "operaciónluz de la mañana". Canadá facturó a Rusia por seis millones de dólares en 1979, pero no buscó que se le reintegraran los gastos norteamericanos que habían ascendido hasta los 25 millones de dólares.
El incidente del Cosmos 954 en 1978, dio pautas sobre cómo deben comportarse los Estados con respecto a los accidentes de satélites; esas pautas se relacionan con las obligaciones de: a) el deber de poner sobreaviso; b) el deber de proveer información; c) el deber de limpiar; d) el deber de compensar los daños.
En 1989 la NASA reportó que un satélite norteamericano estaba fuera de control y que se desintegraría sobre parte de Africa; Sudamérica; India; el Sudeste Asiático y Australia, a menos que una operación de rescate fallara al querer regresar el satélite sano a la tierra. En 1991 cayeron sobre Argentina sin causar milagrosamente ningún daño, las 40 toneladas de la estación espacial Salyut. De acuerdo al Informe del grupo de Estudios de desechos espaciales del Japón de marzo de 1993, nosotros deberíamos observar uno s7.000 desechos de más de 10 cm. De diámetro menores a una altura de 5.000 km. en la órbita espacial. Dicho grupo de estudios concluyó que el promedio de colisión entre desechos espaciales crecerá alrededor de tres veces en el año 2005.
La NASA ha informado que entre 20.000 y 70.000 desechos espaciales dentro de una altura de 800 a 1.000 km., se encuentran girando alrededor de la tierra. La conclusión es que existen miles de pedazos de satélites y otros objetos que salieron de control, no funcionan y están en órbita alrededor de la tierra.
CAUSAS
Los satélites inservibles, las etapas y equipos astronáuticos, o las plataformas de investigación, se pasean por nuestra órbita planetaria de forma arbitraria y sin ningún tipo de control. Cuando entran por azar, o debido al desgaste y corrosión, en el ámbito terrestre, efectúan su aparición cumpliendo con las normas físicas del rozamiento espacial. Al igual que los meteoros o rocas expulsadas al espacio, cuando se encuentran en la estratosfera, se deshacen, (siempre dependiendo del material claro, recordemos que la estación espacial rusa MIR cayó casi al completo, sobre el océano afortunadamente) y debido al rozamiento se descomponen, evitando así los males que podrían causar al caer sobre una ciudad, pero desprendiendo de esta manera ciertos elementos tóxicos perjudiciales para la vida.
Los residuos espaciales, al no haber sido planteados como un problema, no toman una órbita definida una vez que han dejado de ser útiles para el trabajo. Muchos de ellos se encuentran en cotas de altitud espacial relativamente bajas (unos 1500 Km aproximadamente) y es ahí donde los peligros acechan de forma más directa. Aunque algunos ingenios constan de ajustadores orbitales que seguirán funcionado mucho tiempo después de su desmantelamiento o degradación, llegará un momento en que estos impulsores o ajustadores orbitales cedan; entonces llegará el momento decisivo, si éstos se mantienen en una órbita superior a la atracción terrestre, podrán permanecer flotando en el espacio hasta tiempo indefinido, si por el contrario bajan hasta donde la atracción orbital sea más poderosa, será cuestión de poco tiempo que entren en la atmósfera y comiencen con el proceso de rozamiento y desintegración. Malo lo uno y malo lo otro. Malo el hecho de quedarse flotando en el espacio dado que el peligro de choque con meteoritos, estaciones espaciales activas o naves tripuladas es tangente, malo entrar en la atmósfera porque, al deshacerse, los elementos tóxicos se expanden por encima de la vida y los que no se deshacen por completo pueden causar pequeños trastornos físicos en determinados lugares. 
No existen soluciones inmediatas, ni parece que las haya en un futuro cercano, a la acumulación progresiva de la basura orbital. Independientemente de que se adopten medidas para evitar las emisiones de basuras al espacio, mientras se sigan realizando lanzamientos desde tierra, seguirán existiendo riesgos de contaminación diferida. Solo queda observar y catalogar la basura existente, hasta que se cuente con tecnología adecuada para proceder a su destrucción sin riesgos ni costes dramáticos.

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